Son las nueve de la noche. Camino por las calles del que ya considero mi barrio en Madrid tras tres años en él. El nombre no importa. Está lloviendo así que aligero el paso. Solo unos metros bastan para encontrarme a uno de tantos de los que “patrullan” las calles cuando cae la noche madrileña. Busca y rebusca con el objetivo de encontrar la comida que unos no han sabido apreciar o algún alimento recién caducado que a otros les dió miedo comer. Un carrito o una bolsa de plástico es compañero suficiente…
Lo que trato de mostrar es la realidad que se vive todas las noches, cuando las comunidades de propietarios de Madrid sacan los contenedores de basura a las calles. Seguro que casi todos, por aquello de no decir todos, os habéis encontrado con alguno de ellos aunque vuestro camino haya sido corto. Están ahí, entre las 20 y las 00, hora en la que el camión de la basura pasa para llevarse lo que por tiempo o cansancio no han podido rescatar. También en las cercanías de los supermercados es fácil verlos. Es una realidad. La realidad de muchas de nuestras ciudades. Personas obligadas a recurrir a esta búsqueda noche sí noche también. Algunos llevan años. Otros, aun más recientes, se han visto arrastrados por la crisis. Aumentan día a día. La situación se descontrola. La “nueva pobreza” llega y se instala en nuestras calles. En nuestros barrios.
En los cubos de basura de los restaurantes españoles se amontonan al año más de 63.000 toneladas de comida. La cifra se ha duplicado en los últimos 20 años debido a la mala gestión de los alimentos. Un restaurante tira a la basura 2.5Kg de comida al día. La mayor parte de esta comida que se malgasta se debe a la mala previsión a la hora de hacer la compra. Pero esto no ocurre solo en los restaurantes, los hogares tampoco llevan una gestión adecuada de los alimentos que se consumen. Alimentos que se compran por capricho y luego no se comen, yogures y lácteos que caducan y automáticamente se tiran por miedo a enfermar, comida dejada en el plato después de una comida, alimentos que parecían, olían o sabían mal o comida que sobró después de cocinarla son algunas de las principales razones por las que se tira la comida. Tiramos en torno al 33% de los alimentos que compramos. Además el 61% de la comida que tiramos es desechada innecesariamente y podría haber sido comida si se hubiera gestionado mejor. De media, cada uno de nosotros tira 70Kg de comida útil al año (peso normal de una persona media). Esto supone aproximadamente 500 cubos de basura de hogar llenos al año. Este desperdicio se puede valorar en 430€ al año para un hogar medio (dos padres y dos hijos). Si pensamos en conjunto, en el total de la cadena de producción, de cada 100Kg de alimentos para consumo humano que produce la Tierra, se pierden entre 40 y 50Kg, y solo entre 50 y 60Kg llegan a consumirse finalmente.
Todos deberíamos intentar no malgastar ni tirar comida que podamos aprovechar y caer en la cuenta de que lo que para nosotros es una manzana con mal aspecto y un agujero, para otra persona, es algo que llevarse a la boca. Y más aun, en estos tiempos difíciles que vivimos, solidarizarnos entre nosotros, porque a fin de cuentas todos somos iguales y todos tenemos derecho a las mismas cosas, aunque a veces no nos demos cuenta. Cada uno hará lo que quiera, pero yo cuando vaya a tirar comida me lo pensaré dos veces antes de hacerlo.
